Pero todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda
su vida por causa de mí, éste se salvará. Pues, ¿qué aprovecha al hombre si
gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Lucas 9:24,25.
Se
Nos Concede Una Sola Vida; Y La Pregunta Que Cada Uno Debe Hacerse Es: ¿Cómo Puedo Invertir Mis Facultades
De Manera Que Rindan El Mayor Provecho? ¿Cómo Puedo Hacer Más Para La Gloria De
Dios Y El Beneficio De Mis Semejantes? Pues La Vida Es Valiosa Sólo En La Medida En Que Se La Usa Para El
Logro De Estos Propósitos.
Nuestro
primer deber hacia Dios y nuestros semejantes
es el desarrollo individual. Cada facultad con que el Creador nos ha dotado debemos cultivarla hasta el más alto grado de perfección, para realizar la
mayor suma de bien de la cual seamos capaces.
Por tanto,
está bien invertido el tiempo que se usa en la adquisición y la
conservación de la salud física o mental.
No podemos permitirnos empequeñecer
o inhabilitar ninguna función del cuerpo o de la
mente. Con
la misma seguridad con que lo hagamos, deberemos
sufrir las consecuencias.
Cada Persona
Tiene La Oportunidad, En Alto Grado, De Hacer De Sí Mismo Lo Que Elija Ser. Las Bendiciones De Esta Vida, y también las del estado inmortal, están a su alcance.
Puede formar
un carácter de gran excelencia, y adquirir nueva fuerza a
cada paso. Puede avanzar diariamente en conocimiento y sabiduría, consciente de que el progreso le proporcionará nuevas delicias, y añadir una virtud a otra, una gracia a
otra... Su inteligencia,
conocimiento y virtud se desarrollarán así para adquirir mayor fuerza y más perfecta
simetría.
Por
otra parte, puede permitir que sus facultades se herrumbren por falta de uso, o que sean pervertidas por malos hábitos, y por falta de dominio propio o de
vigor moral y religioso.
Entonces marcha hacia abajo; es desobediente a la ley de Dios y a las leyes
de la salud. El apetito lo domina. La inclinación lo desvía. Le resulta más fácil permitir que los poderes del
mal, que están siempre activos, lo arrastren hacia atrás que luchar contra ellos y
avanzar.
Sigue luego
la disipación, la enfermedad y la muerte. Esta es la historia de muchas vidas que
podrían haber sido útiles en la causa de Dios y la humanidad. —Consejos sobre el Régimen Alimenticio, 15,16. [293]
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