Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. (Daniel 1:8).
No podemos tener una correcta comprensión del tema de la temperancia hasta que lo consideramos desde el punto de vista bíblico.
Y en ninguna parte encontraremos una ilustración más abarcante y eficaz de la verdadera temperancia y de sus consiguientes bendiciones que la que proporciona la historia del profeta Daniel y sus compañeros en la corte de Babilonia...
No fue el orgullo o la ambición lo que llevó a estos jóvenes a la corte del rey, a la compañía de quienes no conocían ni temían al verdadero Dios.
Ellos fueron llevados cautivos a una tierra extraña, y la Sabiduría infinita los había puesto allí donde estaban.
Ellos consideraron su situación, con sus dificultades y peligros; y entonces, en el temor de Dios, hicieron su decisión.
Aun a riesgo de desagradar al rey, serían fieles a la religión de sus padres.
Obedecieron la ley divina, tanto natural como moral, y la bendición de Dios les dio fuerza y donaire y poder intelectual.
Estos jóvenes habían recibido una educación correcta en sus tempranos años; y ahora, cuando estaban separados de la influencia del hogar y de las compañías santas, honraron a los instructores de su infancia.
A sus hábitos de abnegación se añadían la firmeza de propósito, la diligencia y la constancia.
No tenían tiempo para malgastar en placeres, vanidad o necedad.
No estaban impulsados por el orgullo o la ambición indigna; mas procuraron conducirse dignamente, para honra de su propio pueblo oprimido y para la gloria de Aquel a quien servían.
Dios siempre honra al justo.
Los jóvenes más promisorios de todas las naciones subyugadas por el gran conquistador habían sido reunidos en Babilonia; no obstante, en medio de todos ellos, los cautivos hebreos no tenían rival.
La postura erecta, el paso firme y elástico, el hermoso semblante que mostraba que la sangre estaba incorrupta, los sentidos lúcidos, el aliento puro -todos eran otros tantos certificados de buenos hábitos, insignia de la nobleza con la cual la naturaleza honra a los que son obedientes a sus leyes.
Y cuando su capacidad y conocimiento fueron puestos a prueba por el rey al término de los tres años de preparación, nadie fue hallado "como Daniel, Ananías, Misael y Azarías" (Daniel 1:19).
Su aguda comprensión, su lenguaje escogido y preciso, sus conocimientos amplios y variados, daban testimonio de la fortaleza y el vigor inigualables de sus facultades mentales.
La historia de Daniel y sus compañeros ha sido registrada en las páginas de la Palabra inspirada para beneficio de todos los jóvenes de todas las edades sucesivas...
La juventud de hoy puede dar un testimonio similar, aun bajo circunstancias igualmente desfavorables. -Signs of the Times, 11 de febrero de 1886.
RJ 133/EGW/MHP 134
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=hUrictqPdSY&list=PLtrFh-HO7ogCN7TYCzWFldOpHDCN8XOF7&index=7&pp=sAQB
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