sábado, 6 de abril de 2024

02. LA FIRMA DE LA PROMESA (X. MEDIDAS PREVENTIVAS (EGW)

 

2. La Firma de La Promesa.
 Cada adventista debe firmar.
Por la luz que Dios me ha dado, cada miembro entre nosotros debiera firmar la promesa 
y estar relacionado con la asociación de temperancia (Review and Herald, 21-10-1884).

Firmad y animad a otros a firmar.
He aquí una obra abierta ante los jóvenes, los de edad madura y los ancianos. Cuando la promesa de temperancia os es presentada, firmadla. Más que eso, resolved poner todas vuestras energías contra el mal de la intemperancia, y animad a otros que están tratando de hacer una obra de reforma en el mundo (Review and Herald, 14-1-1909).

Firme todo joven cada promesa presentada.
La intemperancia y la profanidad y la disipación son hermanas. Que cada joven temeroso de Dios ciña la armadura y avance al frente. Coloquen los jóvenes su nombre en cada promesa de temperancia presentada. Presten así su influencia en favor de firmar la promesa, e induzcan a otros a 176 firmarla. Que ninguna débil excusa los disuada de dar ese paso. Trabajen por el bien de sus propias almas y por el bien de otros (The Youth's Instructor, 16-7-1903).

Firme el bebedor.
Traten los obreros de la temperancia de inducir al bebedor a firmar una promesa que de aquí en adelante él no usará licor embriagante. Esto es bueno (Manuscrito 102, 1904).

Firmen los hijos del bebedor. Un llamamiento.
Que ni una gota de vino o licor pase por sus labios, pues en su uso hay locura y dolor. Prometed nosotros mismos que os abstendréis totalmente, pues ello es vuestra única seguridad. . . . No permitáis que por vuestras palabras y vuestro ejemplo un hijo llegue a ser agente de Satanás para tentar a uno de los miembros de la familia a tomar la iniciativa para complacer y despertar el demonio del apetito que echó a perder la vida del padre y lo envió prematuramente a la tumba 
(Manuscrito 25, 1893).

Firmen los que ocupan cargos elevados.
Debemos presentar la promesa de abstinencia total a los que ocupan cargos elevados, pidiéndoles que den el dinero que de otra manera gastarían por la complacencia dañina del licor y el tabaco para establecer instituciones donde niños y jóvenes puedan ser preparados para ocupar posiciones de utilidad en el mundo (Testimonies, tomo 7, pág. 58).

Firmad en nuestros congresos.
En nuestros congresos debemos llamar la atención a esta obra y hacer de ella un asunto de viva importancia. Debemos presentar a la gente los principios de la verdadera temperancia y solicitarle que firme la promesa de abstinencia 
(Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 398).

No ofrezcáis excusa.
Que ninguna excusa sea ofrecida cuando se os pide que coloquéis vuestro nombre en la promesa de temperancia, pero firmad cada promesa presentada, e inducid a otros a firmar con vosotros. Trabajad por el bien de vuestras almas, y el bien de otros. Nunca dejéis pasar una oportunidad de poner vuestra influencia del lado de la estricta temperancia 
(Counsels on Health, pág. 441).

No firmar hace bajar la guardia.
Después del discurso del domingo de tarde, la promesa fue puesta en circulación, y se juntaron ciento treinta y siete nombres. Nosotros fuimos apenados al saber que algunos pocos nombres no 177 fueron dados por algo que consideramos que no era una razón justa para un verdadero hijo de Dios. Su excusa era que su trabajo los ponía en lugares donde el vino les sería ofrecido (como es costumbre en este país), y no rehusarían tomarlo por temor de ofender a aquellos por quienes estaban trabajando. Pensé que aquí había una muy buena oportunidad para que ellos levantaran la cruz, y dejaran brillar su luz como peculiar pueblo de Dios a quien él estaba purificando. . . .

En todos los tiempos y en todas las circunstancias se requiere valor moral para resistir la tentación en la cuestión del apetito. Podemos esperar que una práctica tal será una sorpresa para aquellos que no practican hábitos de total abstinencia de todos los estimulantes; ¿pero cómo llevaremos adelante la obra de reforma si nos conformamos a los hábitos y las prácticas de aquellos con quienes nos asociamos? Aquí está la verdadera oportunidad para manifestar que somos un pueblo peculiar, celoso de buenas obras.

Los bebedores de cerveza presentarán sus vasos de cerveza, y aquellos que profesan ser hijos de Dios pueden aducir la misma excusa para no firmar la promesa de temperancia, -debido a que serán convidados con cerveza, y no será agradable negarse a beber. Estas excusas pueden ser llevadas a cualquier extremo, pero no son de peso alguno; y fuimos apenados porque alguien que pretendía creer la verdad se negase a firmar el voto, se negase a poner barreras alrededor de su alma para fortalecerse contra la tentación. Escogieron dejar la puerta abierta, de manera que pudiesen prontamente trasponerla y aceptar la tentación sin esforzarse en resistirla. . . .

Falta de valor para decir: "He firmado el voto".
No todos los que pretenden creer la verdad han asumido la debida posición en relación con la temperancia como es su deber sagrado hacerlo. Ha habido quienes se han mantenido al margen de respaldar decididamente la causa de la temperancia. ¿Por qué razón? Algunos dicen que cuando se les convida con vino o cerveza no tienen el valor moral de decir: Yo he firmado el voto de no probar vino fermentado o bebida alcohólica. Los nombres de esas personas, ¿estarán registrados en los libros del cielo como quienes defienden la complacencia del apetito? 
(Review and Herald, 19-4-1887). 178

Importancia de que hombres destacados firmen el voto.
Soñé que había una gran compañía reunida al aire libre, y un hombre joven de elevada estatura que a menudo he visto en mis sueños cuando están en juego asuntos de importancia, estaba sentado cerca del que presidía la reunión. Este joven se levantó y se dirigió a los hombres que parecían estar al frente de la compañía, y dijo: "Aquí tengo un papel escrito en el cual me gustaría que cada uno de ustedes pusiese su firma". Lo presentó en primer lugar al Hno. A. Lo miró y leyó en voz alta: "Por el presente se compromete Ud. a abstenerse de todo vino fermentado y de bebidas alcohólicas de toda clase, y a usar su influencia para inducir a otros, según Ud. pueda, a seguir su ejemplo".

Vi al Hno. A sacudir la cabeza diciendo que no era necesario que él pusiese su nombre en el papel. Comprendía su deber y respaldaba igualmente la causa de la temperancia, pero no se sentía obligado a comprometerse personalmente porque había excepciones en todas esas cosas. Extendió el mismo papel al Hno. B, quien lo tomó, lo miró cuidadosamente y dijo: "Yo soy de la misma opinión que el Hno. A. A veces siento la necesidad de algo que me estimule cuando estoy débil y nervioso, y no deseo comprometerme a que bajo ninguna circunstancia usaré vino o licores".

Había una mirada triste, penosa en su rostro. Pasó el papel a otros. Hubo unos veinte o treinta que siguieron el ejemplo de los Hnos. A. y B. Volvió a los primeros dos, les extendió el papel, y dijo con firmeza y decisión, aunque en tono bajo: "Vosotros dos estáis en el mayor peligro de ser vencidos en cuanto al apetito. La obra de reforma debe comenzar en vuestra mesa y luego ser llevada a cabo concienzudamente en todo lugar y bajo cualquier circunstancia. Vuestro destino eterno depende de la decisión que hagáis ahora. Ambos tenéis puntos fuertes en vuestro carácter, y sois débiles en otros. Ved lo que ha hecho vuestra influencia". Vi los nombres de todos los que se habían negado a firmar el voto en el reverso del papel. . . .

Nuevamente presentó el papel y dijo en forma autoritaria: "Firmad este papel o renunciad a vuestros cargos. 179 No sólo firmad, sino por vuestro honor, llevad a cabo vuestras decisiones. Sed fieles a vuestros principios. Como mensajero de Dios, vengo hasta vosotros y os pido vuestros nombres. Ninguno de vosotros ha visto la necesidad de la reforma pro salud, pero cuando las plagas de Dios os rodeen por todos lados, entonces veréis los principios de la reforma pro salud y la estricta temperancia en todas las cosas, que sólo la temperancia es el fundamento de todas las gracias que proceden de Dios, el fundamento de todas las victorias a ganarse. Si os negáis a firmar esto, nunca se os dará otra oportunidad. Vosotros dos necesitáis humillar y ablandar vuestro espíritu, que la misericordia, la tierna compasión y la respetuosa ternura tomen el lugar de la rudeza y la aspereza. La voluntad firme y decidida para realizar vuestras ideas a cualquier costo". . . .

Vi cómo, con manos temblorosas, cada uno daba su nombre y los treinta firmaron. Entonces se dio uno de los discursos más solemnes sobre la temperancia. El que presidía presentó el tema. "Aquí", decía el orador, está el apetito creado debido al amor por la bebida alcohólica. El apetito y la pasión son las señales predominantes de la época. El apetito, la forma en que es complacido, influye sobre el estómago y excita las propensiones animales. . . .

El estómago se enferma, entonces el apetito se hace mórbido y continuamente está deseando algo que estimule, algo que satisfaga por completo. Algunos adquieren el pernicioso hábito del té y del café, y van todavía más lejos hasta el extremo de fumar, vicio que obnubila el estómago y los lleva a desear con vehemencia algo más fuerte que el tabaco. Entonces siguen aun más hasta hacer uso de bebidas alcohólicas (Manuscrito 2, 1874).

Primeros incidentes en la firma del voto.
La mañana del lunes 2 de junio de 1879, mientras asistíamos a un congreso celebrado en Nevada, Missouri, -nos reunimos en la carpa para asistir a la organización de una asociación de temperancia. Había una buena representación de nuestra gente. Habló el pastor Butler, quien confesó que no se había destacado en la reforma de la temperancia tanto como debiera haberlo hecho. Afirmó que siempre había sido un hombre estrictamente temperante por cuanto se había abstenido del alcohol, el té y el café, pero que no 180 había firmado el voto que se estaba haciendo circular entre nuestro pueblo. 

 Pero ahora estaba convencido que al no hacerlo estaba poniendo obstáculos a otros que deberían firmarlo. Puso entonces su nombre bajo el del coronel Hunter; mi esposo puso el suyo debajo del apellido del Hno. Butler, yo escribí el mío a su lado, y siguió el del Hno. Farnsworth. Así se dio un buen comienzo a la obra. Mi esposo siguió hablando mientras se hacía circular el papel del voto. Algunos vacilaban pensando que la plataforma era demasiado amplia al incluir el té y el café; pero finalmente dieron sus nombres comprometiéndose a la abstinencia total.

El Hno. Hunter, quien fue invitado entonces a hablar, respondió dando un testimonio muy impresionante acerca de cómo la verdad lo había encontrado de lo que había hecho por él. Afirmó haber tomado tanto licor como para hacer flotar un barco, y que ahora deseaba aceptar toda la verdad, incluso la de la reforma. Había renunciado al licor y al tabaco, y esa mañana había tomado su última taza de café. Creía que los testimonios eran de Dios y deseaba ser guiado por la voluntad de Dios expresada en ellos. Como resultado de la reunión ciento treinta y dos personas firmaron el voto de abstinencia total y se ganó una decidida victoria en pro de la temperancia (Manuscrito 79, 1907).

Trabajo en todas partes.
Haced resaltar la reforma pro temperancia y pedid a las personas que firmen el voto de temperancia. Por todas partes llamad la atención a esta obra y haced de la misma un tópico capital (Manuscrito 52, 1900).

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