El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7.
No Sólo Se Ha Transmitido La Enfermedad De Padres A
Hijos, Generación Tras Generación, Sino Que Los
Padres Legan A Sus Hijos Sus Propios
Hábitos Erróneos, Apetitos Pervertidos Y Pasiones Corruptas.
Los Hombres Y Las
Mujeres son lentos para aprender sabiduría de la historia del pasado.
La extraña ausencia de principios
que caracteriza a la generación actual, el descuido de las leyes de la vida y
la salud, es asombroso.
Aunque puede obtenerse fácilmente
un conocimiento de estas cosas, prevalece, en cuanto a esto, una ignorancia
deplorable.
La Principal
Ansiedad De La Mayoría Es: “¿Qué comeré? ¿Qué
beberé? ¿Con qué me vestiré?”
A pesar de todo lo que se ha dicho y
escrito sobre la importancia de la salud y los medios para conservarla, el
apetito es la gran ley que generalmente gobierna a los hombres y a las mujeres. —The Review
and Herald, 13 de diciembre de 1881.
¿Qué Puede Hacerse Para Detener La
Marea De Enfermedad Y Crimen Que Está Arrastrando A Nuestra Especie A La Ruina
Y A La Muerte?
Como La Gran Causa Del Mal Ha De Hallarse
En La Complacencia Del Apetito Y La Pasión, La Primera Y
Gran Obra De Reforma Debe Ser Aprender Y
Poner En Práctica Las Lecciones De La Temperancia Y
El Dominio Propio.
Si ha de efectuarse un cambio
permanente para el mejoramiento de la
sociedad, la educación de las masas debe empezar en la época temprana de la
vida.
Es casi seguro que los hábitos
formados en la infancia y la juventud,
los gustos
adquiridos, el dominio propio logrado, los
principios inculcados desde la cuna, han de determinar el futuro del
hombre o de la mujer.
El crimen y la corrupción
resultantes de la intemperancia y las costumbres relajadas podrían ser evitados por la debida educación de la
juventud.
La
salud física perfecta es una de las más grandes ayudas
para formar en la juventud caracteres puros y nobles, fortaleciéndolos para dominar el apetito y refrenar los excesos
degradantes; y,
por otra parte, estos mismos hábitos de dominio propio son esenciales para el mantenimiento de la salud...
La juventud
es, por excelencia, la época de almacenar los conocimientos que han de ser
puestos diariamente en práctica durante toda la vida.
La
juventud es la época para establecer buenos
hábitos, para corregir los malos ya contraídos, para lograr y mantener el poder
del dominio propio y trazar el plan de acostumbrarse a la práctica de ordenar
todos los actos de la vida de acuerdo con la voluntad de Dios y el
bienestar de nuestros semejantes. Mensajes
para los Jóvenes, 231, 232. [299]
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