2. La influencia contaminadora y desmoralizadora del tabaco
Lo encontramos en todas partes.
Doquiera vayamos, encontramos al aficionado al tabaco que está debilitando mente y cuerpo con su complacencia favorita. ¿Tienen derecho los hombres a privar a su Hacedor y al mundo del servicio que les corresponde? . . .
Es un hábito repugnante que contamina al que lo practica y es muy molesto para los demás. Difícilmente podemos pasar a través de una muchedumbre sin que los hombres nos arrojen al rostro su aliento envenenado. Es desagradable, si no peligroso, permanecer en un vagón de tren o en una habitación donde la atmósfera está impregnada de los olores del alcohol y del tabaco (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 33, 34).
Maldice y mata.
Mujeres y niños sufren por tener que respirar en la atmósfera que ha sido contaminada por la pipa, el cigarro, o el pestilente aliento del que usa tabaco. Los que viven en esta atmósfera siempre estarán enfermos
(Testimonies, tomo 5, pág. 440).
Los pulmones de los niños sufren y se enferman al inhalar la atmósfera de una habitación envenenada por el aliento corrompido del que usa tabaco. Muchos niños se envenenan inevitablemente al dormir en las camas con sus padres fumadores. Al inhalar los efluvios venenosos del tabaco, arrojados de los pulmones y eliminados por los poros de la piel, el organismo del niño se llena de veneno. Mientras que en algunos niños actúa como un veneno lento y afecta el cerebro, el corazón, el hígado y los pulmones, que se van debilitando y desmejorando paulatinamente, en otros tiene una influencia más directa, produciendo espasmos, ataques, parálisis y muerte repentina.
Los padres adoloridos lloran la pérdida de sus amados, y se preguntan el porqué de los misteriosos caminos de Dios, quien los ha afligido tan cruelmente, cuando la Providencia no dispuso la muerte de esos niños. Murieron mártires del corrompido deseo de tabaco. 53 Cada exhalación de los pulmones del esclavo del tabaco envenena el aire a su alrededor
(Health Reformer, enero de 1872).
Un factor del aumento del crimen.
El uso del tabaco y de las bebidas alcohólicas tiene mucho que ver
con el aumento de la enfermedad y el crimen (Manuscrito 29, 1886).
El uso de licores o del tabaco destruye los nervios sensitivos del cerebro y obnubila la facultad de razonar. Bajo su influencia se cometen crímenes que no se hubieran perpetrado si la mente hubiese estado clara y libre de la influencia de estimulantes o sustancias que nublan la mente (Manuscrito 38 1/2, 1905).
Satanás domina la mente paralizada.
Miles de personas están continuamente vendiendo vigor físico, mental y moral por el placer del gusto. Cada facultad tiene su oficio distintivo, pero todas tienen una relación de dependencia mutua. Si se conserva cuidadosamente el equilibrio, serán guardadas en acción armoniosa. Ninguna de estas facultades puede valuarse en billetes y monedas. Sin embargo se las vende por un buen almuerzo, por alcohol o por tabaco. Paralizadas estas facultades por la complacencia del apetito, Satanás domina la mente y lleva a cometer toda suerte de crímenes y maldades (Review and Herald, 18-3-1875).
¿Fumarán las mujeres?
Dios no quiere que la mujer se rebaje a usar esta asquerosa y entontecedora sustancia. Cuán repugnante es el cuadro que uno puede imaginarse, de una mujer cuyo aliento esté envenenado por el tabaco. Uno se estremece al pensar en los niñitos que rodean con los brazos su cuello y ponen sus labios frescos y puros sobre los labios de esa madre, manchados y contaminados por el desagradable fluido y el olor del tabaco. Sin embargo, este cuadro resalta como más repugnante porque es menos frecuente que el que ofrece el padre, el señor de la casa, que se contamina con esta repugnante mala hierba. No es de extrañar que veamos niños apartarse del beso del padre al cual aman, y si lo besan no lo hacen en los labios, sino en la mejilla o en la frente, donde sus labios puros no serán contaminados
(Health Reformer, septiembre de 1877).
El único camino seguro.
Muchas son las tentaciones que acosan por todos lados a los jóvenes para arruinarles el futuro, tanto de este mundo como del venidero. Pero el único camino seguro para jóvenes y viejos es vivir en estricta conformidad con los principios de la ley física y moral. 54 El camino de la obediencia es el único que lleva al cielo. Los esclavos del alcohol y del tabaco darían, a veces, cualquier cantidad de dinero, si al hacerlo pudiesen vencer su apetito por esas complacencias que destruyen cuerpo y alma. Los que no quieran someter al dominio de la razón los apetitos y las pasiones, los complacerán a expensas [del cumplimiento de] obligaciones físicas y morales (Review and Herald, 18-3-1875).
El poder esclavizador del tabaco.
Al atar sobre los hombres el terrible hábito del tabaco, Satanás se propone paralizar el cerebro y confundir el juicio, de manera que no se disciernan las cosas sagradas. Una vez formado el apetito por esta sustancia nociva, se apodera firmemente de la mente y de la voluntad del hombre, el cual está en cautiverio bajo su poder. Satanás tiene el dominio de la voluntad, y las realidades eternas son eclipsadas. El hombre no puede erguirse en la virilidad que Dios le ha dado; es un esclavo del apetito pervertido (Carta 8, 1893).
Los que aseguran que el tabaco no les perjudica pueden convencerse de su error absteniéndose del mismo durante unos pocos días: los nervios agitados, la cabeza aturdida, la irritabilidad que sienten les probarán que esta complacencia pecaminosa los ha reducido a la servidumbre. Ha vencido el poder de la voluntad. Son esclavos de un vicio terrible en sus resultados (Signs of the Times, 27-10-1887).
El testimonio de los que vencieron.
Al dirigir en cierta oportunidad la palabra, pedimos que se levantaran aquellos que habían sido adictos al uso del tabaco, pero que habían dejado de serlo por causa de la luz que habían recibido mediante la verdad. En respuesta se levantaron entre treinta y cinco y cuarenta personas, diez o doce de las cuales eran mujeres. Luego invitamos a que se levantaran aquellos a quienes los médicos les habían dicho que sería fatal para ellos dejar el uso del tabaco, porque se habían acostumbrado tanto a su estímulo artificial que no podrían vivir sin él. En respuesta se levantaron ocho personas, cuyos rostros indicaban sanidad mental y física (Review and Herald, 23-8-1877).
Una advertencia contra la presunción.
Padres, amonestad a vuestros hijos contra el pecado de presunción. Enseñadles que es presunción alimentar el apetito por el tabaco, 55 el alcohol o cualquier cosa dañina. Enseñadles que sus cuerpos son propiedad de Dios. Son suyos por creación y por redención. No son dueños de sí mismos, porque han sido comprados por precio. Enseñadles que el cuerpo es templo de Dios y que no debe ser debilitado y enfermado por la complacencia del apetito.
El Señor no creó la enfermedad y debilidad que hoy ven en los cuerpos y en las mentes de la raza humana. El enemigo ha hecho esto. El desea debilitar el cuerpo, sabiendo que es el único medio por el cual pueden desarrollarse la mente y el alma para edificar un carácter simétrico. Los hábitos que son contrarios a las leyes de la naturaleza batallan constantemente contra el alma.
Dios os llama a hacer una obra que mediante su gracia podéis hacer. ¿Cuántos cuerpos sanos hay que puedan ser presentados a Dios como un sacrificio que él aceptará en su servicio? ¿Cuántos pueden presentarse con la virilidad o femineidad que Dios les ha dado? ¿Cuántos pueden hacer gala de una pureza de gustos, apetitos y hábitos que pueda compararse con la de Daniel? ¿Cuántos tienen nervios calmos, mente clara y juicio sano? (Signs of the Times 4-4-1900).
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