2. Llamado A La Batalla.
Nuestro lugar es en primera fila.
Entre todos los que se llaman amigos de la temperancia,
los adventistas deben hallarse en primera fila
(Obreros Evangélicos, pág. 398).
En materia de temperancia debieran hallarse más adelantados que cualquier otra gente (Medical Ministry, pág. 273).
Al paso que la intemperancia tiene sus partidarios declarados y confesos, ¿no saldremos al frente nosotros que decimos honrar la temperancia y nos pondremos firmes a su lado, luchando por la corona de vida inmortal y no concediéndole el mínimo de influencia a este terrible mal que es la intemperancia? (Review and Herald, 19-4-1887). 208
Me siento apenada cuando considero a nuestro pueblo y compruebo que no se interesa como debiera en la cuestión de la temperancia. . . . Debiéramos estar a la cabeza en la reforma pro temperancia (Review and Herald, 21-10-1884).
No es asunto de broma.
Muchos hacen de la temperancia un asunto de broma. Afirman que el Señor no se interesa en cosas minúsculas como nuestra comida y bebida. Pero si al Señor no le importaran estas cosas, no se le habría revelado a la esposa de Manoa, dándole instrucciones definidas y ordenándole dos veces que cuidara de cumplirlas. ¿No es ésta evidencia suficiente de que él se preocupa por estas cosas? (Signs of the Times, 13-9-1910).
Parte del mensaje del tercer ángel.
Toda verdadera reforma tiene su lugar en la obra del mensaje del tercer ángel. Especialmente la reforma pro temperancia exige nuestra atención y apoyo (joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 398).
¿No habrá entre nosotros como pueblo un reavivamiento en la obra de la temperancia? ¿Por qué no estamos realizando muchos más esfuerzos decididos para oponernos al comercio de bebidas alcohólicas, que arruina las almas de los hombres y provoca violencia y crímenes de todo tipo? Con la gran luz que Dios nos ha confiado debiéramos estar al frente de toda verdadera reforma (Counsels on Health, pág. 432).
Esfuerzos continuos y fervientes.
La intemperancia aún continúa con sus estragos. La iniquidad en todas sus formas se yergue como potente barrera para impedir el progreso de la verdad y la justicia. Males sociales generados por la ignorancia y el vicio están aún causando miseria indecible y arrojando su sombra funesta sobre la iglesia y el mundo. La depravación entre los jóvenes aumenta en lugar de disminuir. El esfuerzo ferviente y constante será lo único que servirá para eliminar esta maldición desoladora.
El conflicto con los intereses y el apetito, con los malos hábitos y las pasiones no santificadas será violento y mortal; únicamente los que obren por principios podrán ganar la victoria en esta guerra (Review and Herald, 6-11-1883).
Dios obra por medio de su iglesia.
Si tanto los hombres como las mujeres han de ser así engañados, ¿no obrará el Señor mediante su iglesia, impulsando a su pueblo a cumplir 209 su deber con esas víctimas seducidas? Muchos consideran la bebida como el único consuelo en sus penas. Eso no ocurriría si el pueblo de Dios aprovechara las oportunidades que se le ofrecen. Si no tuvieran los ojos obstruidos por el egoísmo podrían ver la obra que aguarda ser hecha. Serían enviados por Dios a realizar la obra que él esperaba que hicieran al comienzo de su experiencia, cuando sus almas estaban llenas de gozo y alegría porque sus pecados habían sido perdonados (Manuscrito 87, 1898).
Un arma más efectiva que el hacha.
Dios desea que estemos donde podamos amonestar a la gente. Desea que nos dediquemos al problema de la temperancia. Por los hábitos errados en el comer y el beber los hombres destruyen el poder que tienen para el pensamiento y la inteligencia. No es necesario que tomemos un hacha e irrumpamos en sus tabernas. Disponemos de un arma más potente: la Palabra del Dios vivo. Esta Palabra se abrirá paso a través de las sombras infernales que Satanás intenta arrojar en el camino de los hombres. Dios es fuerte y todopoderoso. Hablará a sus corazones. Lo hemos visto haciéndolo (General Conference Bulletin, 23-4-1901).
Que la juventud se una para detener el mal.
Nadie puede lograr tanto en la lucha contra la intemperancia como la juventud temerosa de Dios. Los jóvenes de nuestras ciudades debieran en este tiempo unirse como un ejército, resueltos a oponerse firme y decididamente a toda forma de complacencia egoísta y destructora de la salud. ¡Qué fuerza representarían para el bien! ¡Cuántos podrían salvar de la degradación en los locales y jardines donde hay música y otros atractivos que seducen a la juventud! . . .
Los hombres y mujeres jóvenes que dicen creer en la verdad para este tiempo pueden agradar a Jesús sólo si se unen en un esfuerzo para hacer frente a los males que, con influencia seductora, se han introducido en la sociedad. Debieran hacer todo lo posible por detener la marea de intemperancia que se expande con poder desmoralizador por sobre la tierra. Sabiendo que la intemperancia tiene sus partidarios declarados y confesos, tomen los que honran a Dios una firme posición contra esta marea de mal que arrastra rápidamente a la perdición tanto a hombres como a mujeres
(The Youth's Instructor, 16-7-1903). 210
Llamados a la guerra santa contra el apetito y la concupiscencia.
¿Están nuestros jóvenes preparados para alzar sus voces por la causa de la temperancia y mostrar a la cristiandad que la sostienen? ¿Se entregarán a la guerra santa contra el apetito y la concupiscencia? Nuestra civilización artificial fomenta males que destruyen los principios sólidos. Y el Señor está a las puertas. ¿Dónde están los hombres que saldrán a la obra, confiando plenamente en Dios, listos para trabajar y hacer frente? Dios invita: "Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña" (Manuscrito 134, 1898).
Sigamos la instrucción de Dios.
Debemos comenzar a trabajar en el asunto de la temperancia. Hemos de encararlo en la forma en que el Señor a menudo me lo ha presentado que debiera hacerse (Carta 334, 1905).
Llamados a unirnos en nuestras sociedades de temperancia.
Se han formado sociedades y clubes de temperancia entre aquellos que no hacen profesión de la verdad, mientras que nuestro pueblo, aunque muy adelantado a toda otra denominación del país en principios y práctica de temperancia, ha sido lento en organizarse en sociedades de temperancia y ha fracasado así en ejercer una influencia que de otro modo podría haber hecho sentir (Carta 1, 1882).
Por la luz que Dios me ha dado, todo miembro de entre nosotros debiera firmar el voto y unirse a la asociación de temperancia (Review and Herald 21-10-1884).
Todo miembro de iglesia al trabajo.
Que los que tienen sus Biblias y creen en la Palabra de Dios se transformen en obreros activos en pro de la temperancia. ¿Quién se esforzará ahora en adelantar la obra de nuestro Redentor? Que cada miembro de la iglesia trabaje en la dirección correcta (Carta 18a, 1906).
Anhelamos que cada uno sea un obrero de la temperancia (Manuscrito 18, 1894).
El poder del ejemplo.
Por nuestro ejemplo y esfuerzo personales podemos ser los medios de salvar a muchas almas de la degradación de la intemperancia, el crimen y la muerte (Testimonios Selectos, tomo 3, pág. 212).
Necesidad de hombres que sean como Daniel.
Se necesitan hoy hombres que sean como Daniel, hombres que posean la abnegación y el valor de ser reformadores radicales en favor de la temperancia. Que todo cristiano comprenda que su ejemplo y su influencia deben estar del lado 211 de la reforma. Sean los ministros del Evangelio fieles en instruir y amonestar al pueblo. Y recordemos todos que nuestra felicidad en los dos mundos depende del progreso que hayamos hecho en uno (Signs of the Times, 6-12-1910).
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