8. LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA SON DIRIGENTES ESPIRITUALES.
Preserva el vigor mental y da poder de resistencia.
Hay una solemne responsabilidad que descansa sobre todos, especialmente sobre los ministros que enseñan la verdad, de vencer el apetito. La utilidad de los ministros de Cristo sería mucho mayor si dominaran sus apetitos y pasiones; y sus facultades mentales y morales serían más vigorosas si combinaran la labor física con el ejercicio mental. Con estrictos hábitos de temperancia, con trabajo mental y físico combinados podrían realizar una cantidad mucho mayor de tareas y preservar la claridad de mente. Si siguieran un curso tal, sus pensamientos y palabras fluirían más libremente, sus ejercicios religiosos serían más activos, y las impresiones hechas sobre sus oyentes serían más marcadas.
La intemperancia en comer, aun de alimentos de buena calidad, tendrá una influencia deprimente sobre el organismo, y embotará las emociones más agudas y más santas. La estricta temperancia en comer y beber es sumamente esencial para la preservación de la salud y el ejercicio vigoroso de todas las funciones del cuerpo. Los estrictos hábitos de temperancia, combinados con el ejercicio de los músculos, así como el de la mente, preservarán tanto el vigor mental como el físico y darán poder de resistencia a los que están ocupados en el ministerio, a los redactores, y a todos los que tengan hábitos sedentarios (Health Reformer, agosto de 1875).
Seguid el ejemplo de Cristo.
Los ministros de Cristo, que profesan ser sus representantes, deben seguir su ejemplo, y ante todo deben adquirir hábitos de estricta temperancia. Deben mantener la vida y el ejemplo de Cristo 148 delante de la gente por medio de su propia vida abnegada, de sacrificio propio y activa generosidad. Cristo venció el apetito en favor de los hombres; y en su lugar ellos deben presentar a los demás un ejemplo digno de ser imitado. Los que no sienten la necesidad de dedicarse a la obra de vencer al apetito, dejarán de obtener preciosas victorias, y llegarán a ser esclavos del apetito y la concupiscencia, que están llenando la copa de iniquidad de los que moran en la tierra (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 421).
La visión espiritual menoscabada.
Estoy instruida para decir a mis hermanos en el ministerio: Por la intemperancia en el comer os estáis descalificando vosotros mismos para ver claramente la diferencia entre el fuego sagrado y el común. Y por esta intemperancia estáis revelando vuestro desprecio por las amonestaciones que el Señor os ha dado. Su palabra a vosotros es: "¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el Señor Jehová y apóyese en su Dios. He aquí que vosotros encendéis fuego y estáis cercados de centellas: Andad a la luz de vuestro fuego, y de las centellas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados" Isaías 50:10, 11 (Testimonies, tomo 7, pág. 258).
Una ayuda para pensar con claridad.
No tenemos derecho a recargar nuestras fuerzas físicas y mentales hasta el punto de volvernos irritables y proferir palabras que deshonren a Dios. El Señor desea que nos mantengamos siempre serenos y pacientes. Hagan los demás lo que hagan, debemos representar a Cristo y obrar como él obraría en circunstancias parecidas. Una persona que ocupa un cargo de responsabilidad debe tomar cada día decisiones cuyas consecuencias son importantes. A menudo debe pensar rápidamente, y esto no lo pueden hacer con éxito sino los que practican estricta templanza. El espíritu se fortalece cuando las fuerzas mentales y físicas son tratadas correctamente. Si el esfuerzo no es excesivo, adquiere con cada ejercicio nuevo vigor (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 183).
Calificaciones de los hombres elegidos para posiciones de responsabilidad.
Significa mucho ser leal a Dios. Él tiene derechos sobre todos los que están empleados en su servicio. Desea que la mente y el cuerpo sean preservados 149 en la mejor condición de salud, que cada facultad y don estén bajo el dominio divino, y sean tan vigorosos como puedan llegar a ser mediante cuidadosos y estrictos hábitos de temperancia. Estamos bajo la obligación para con Dios de hacer una consagración sin reservas de nosotros mismos, en cuerpo y alma, y con todas las facultades como dones suyos, para ser empleados en su servicio.
Todas nuestras energías y capacidades tienen que ser constantemente fortalecidas y desarrolladas durante este período de prueba. Solamente los que aprecian estos principios, y han sido adiestrados para cuidar sus cuerpos inteligentemente y en el temor de Dios, debieran ser elegidos para asumir responsabilidades en esta obra. Los que han estado por mucho tiempo en la verdad y, sin embargo, no pueden distinguir entre los puros principios de la justicia y los principios del mal, cuya comprensión respecto a la justicia, la misericordia, el amor de Dios están oscurecidos, deberían ser relevados de sus responsabilidades. Cada iglesia necesita un testimonio claro y nítido. La trompeta debe dar un sonido cierto
(Signs of the Times, 2-10-1907).
Los obreros sanitarios deben ser temperantes.
El [el médico] ve que los que están siguiendo el curso de enfermería deberían recibir una cabal educación en los principios de la reforma de la salud, que deberían ser enseñados a ser estrictamente temperantes en todas las cosas, porque el descuido respecto a las leyes de la salud es inexcusable en los que son apartados para enseñar a otros cómo vivir (Testimonies, tomo 7, pág. 74).
Educad, educad, educad.
Puesto que los principios de salud y temperancia son tan importantes, y son tan a menudo mal comprendidos, descuidados, o desconocidos, deberíamos instruirnos al respecto, para que no solamente podamos poner nuestras propias vidas en armonía con tales principios, sino también enseñarlos a otros. La gente necesita ser instruida, línea sobre línea, precepto sobre precepto. El tema debe mantenerse fresco delante de ella. Casi cada familia necesita ser sacudida.
La mente debe ser iluminada y despertada la conciencia respecto al deber de practicar los principios de la verdadera reforma.
Especialmente los ministros deberían llegar a ser sabios en esta cuestión. Como pastores del rebaño, serán responsables por su ignorancia voluntaria y su menosprecio 150 de las leyes de la naturaleza. Encuentren ellos qué es lo que constituye la verdadera reforma higiénica, y enseñen sus principios, tanto por precepto como por un sereno y constructivo ejemplo.
No deberían ignorar su deber en esta cuestión, no ponerlos a un lado porque algunos puedan llamarlos extremistas.
En las convenciones, asambleas y otras reuniones grandes e importantes debería darse instrucciones sobre la salud y la temperancia. Póngase al servicio todo el talento disponible y sígase la obra con publicaciones sobre el tema.
"Educad, educad, educad", debería ser el santo y seña (Manuscrito 9, sin fecha). 151
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